Especial Halloween — Ringu: el terror viral antes de lo viral

Capturas del tráiler original


Ringu (1998) es un cuento de miedo contado con la calma cruel de lo cotidiano; una periodista topa con un VHS rodeado de rumores, lo mira, recibe una llamada que marca un plazo y desde ahí cada jornada se vuelve una pesquisa a contrarreloj para entender un mal que no necesita gritos, solo tiempo, agua, estática y silencio.

La película respira en planos largos, en pasillos fríos, en televisores de tubo que parecen ojos, y convierte lo analógico en territorio sobrenatural mientras mezcla investigación periodística con leyenda urbana y miedo tecnológico noventero, todo con una música que se desliza como una corriente subterránea y un diseño sonoro que te obliga a escuchar el peligro antes de verlo.
 
Verla hoy tiene valor doble porque explica el nacimiento del J-horror moderno y al mismo tiempo funciona como una metáfora pop sobre cómo circulan las ideas, los chismes y las maldiciones en cadena, prefigurando lo "viral" cuando viral era pasar una cinta de mano en mano; también porque su economía de recursos enseña que la atmósfera pesa más que el golpe de efecto, que un teléfono fijo puede ser más inquietante que cualquier monstruo digital, que el miedo a lo heredado y a lo que dejamos encendido en la pantalla acompaña a la vida urbana.

Es una obra breve y precisa que sembró imágenes que la cultura pop replicó durante décadas, inspiró remakes, tributos y memes, y que aún hoy desafía al espectador a llenar vacíos con imaginación, razón por la cual es ideal para una noche de maratón: propone tensión sostenida, una protagonista con impulso claro, preguntas que siguen zumbando cuando terminan los créditos y una estética retro que no depende del gore, solo de esa sensación de que algo te mira desde el borde de la señal.


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