La industria del entretenimiento chino viene atravesando una ola de regulaciones desde agosto de 2018, cuando las autoridades decidieron poner orden tras una serie de escándalos de evasión fiscal y contratos irregulares que dejaron al descubierto cifras millonarias y poco transparentes dentro del sector.
Las normas impuestas ese año establecieron que el pago total destinado al elenco no puede superar el 40% del presupuesto general de una serie o película. Además, se fijó un límite al actor o actriz principal, sus personajes no pueden recibir más del 70% del dinero asignado al reparto.
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Estas políticas fueron reforzadas nuevamente en febrero de 2022, cuando la Administración Nacional de Radio y Televisión (NRTA) anunció controles salariales más severos y auditorías constantes.
La presión aumentó después de casos sonados como:
Fan Bingbing (2018): sancionada por evasión fiscal mediante contratos dobles.
Zheng Shuang (2021): multada por recibir pagos no declarados.
Deng Lun (2022): investigado y penalizado por irregularidades fiscales.
Estos incidentes expusieron prácticas extendidas para ocultar ingresos, inflar contratos y reducir impuestos, lo que motivó al gobierno a tomar medidas más estrictas.
Bai Lu wants to get rid of the billing-order system. Sometimes it causes actors she’s always wanted to work with to end up being unable to collaborate because of disputes over billing positions#BaiLu pic.twitter.com/qYdkaaut1k
— Dong Gua 冬瓜 (@kpopsmileshop1) December 5, 2025
Con estas medidas vigentes desde 2018 y reforzadas hasta hoy, China envía un mensaje claro: los salarios inflados, los contratos ocultos y la evasión fiscal ya no tendrán espacio en la industria del entretenimiento.
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