A través de esta entrevista, Chiemi nos comparte su historia, aprendizajes y experiencias, tanto personales como profesionales en este contexto. Además, abre la puerta a su próximo libro, el cual recopila sus mejores consejos para las personas interesadas en trabajar en Japón o con el idioma japonés.
Para comenzar, por favor, cuéntanos sobre ti de manera personal y profesional.
Mi nombre es Chiemi Kunizawa. Soy de nacionalidad uruguaya y española. Tercera generación de japoneses, mi abuelo paterno es japonés, y fui criada en Japón desde los tres años hasta los doce años en la ciudad de Kosai primero y luego en Nagoya. Tengo una fuerte identidad con la parte japonesa porque viví toda la educación básica como si fuera una japonesa más, por haberla vivido personalmente de primera mano, ya que cuando tuve uso de razón ya estaba viviendo en Japón. También es muy fuerte mi componente uruguayo, porque mis padres biológicos son uruguayos y porque desde la adolescencia y parte de la adultez, la pasé en Uruguay. En mí existen las dos identidades, soy como mitad japonesa, mitad uruguaya, pero muy orgullosa también de la herencia española que me dio mi abuelo materno, mi abuelo favorito, debo decir, y siempre lo menciono porque para mí es muy importante. El haberme criado allá me hizo bilingüe nativa, porque en mi casa se hablaba español, pero yo hablaba japonés en el resto del mundo. Para mí, los dos idiomas son MI idioma materno y eso me dio una ventaja para poder dedicarme al rubro del idioma japonés.
En el 2004 empecé como guía turística e intérprete. En el 2007, empecé a dar clases de japonés. En el 2008, arranqué fuertemente con las interpretaciones a instituciones y empresas junto a las traducciones. En el 2011, entré a trabajar en el área de Cooperación Internacional en la Embajada del Japón de Uruguay para el Programa APC. En el 2013, me convocaron por primera vez para trabajar de intérprete en Chile y comencé a viajar mucho por convocatoria de JICA Chile a partir del año 2014 para interpretar en cursos especializados para el proyecto “Kizuna” que buscaba fortalecer las capacitaciones de las personas que trabajan en el área de prevención de desastre teniendo como eje central Chile hacia el resto de latinoamérica. Viajé tanto a Chile, que terminé amando este país y en el 2018 me mudé cuando entré a trabajar en el área de Cooperación Internacional en la Embajada del Japón en Chile. Me siento muy feliz acá, lo siento como mi país. Siento que Dios me bendijo muchísimo en todos los esfuerzos realizados y con las metas logradas.
¿Tienes mucho de ambas culturas desde pequeña entonces?
Sin duda. Pero no sólo eso. De hecho, tengo un contacto muy fuerte con Perú también, porque en Japón mis padres tenían muchos amigos peruanos y ellos venían mucho a mi casa. Y ustedes tienen una costumbre muy bonita de ir a la casa de los amigos a cocinar y comer con ellos. Es una combinación muy linda de culturas la que tengo, porque me crié comiendo comida peruana de verdad, entonces para mí ese sabor es una parte muy importante de mí. Muchas personas que conocí que para mí son como mis tíos postizos son peruanos, así que para mí, Perú es un país muy especial también.
Es una manera muy bonita de verlo. ¿Desde cuándo supiste que querías dedicarte a conectar culturas?
Yo tenía cuatro años cuando dije por primera vez: “Quiero ser intérprete”. Y es muy gracioso, porque, normalmente, un niño de cuatro años no llega a una conclusión tan específica de un trabajo. Pero es que a los cuatro años, ya mis padres me usaban de intérprete. Y también los amigos de mis papás, que ellos no tenían tampoco forma de comunicarse en japonés. Yo siempre digo que los niños no tienen, en mi opinión personal, el concepto tan desarrollado de los idiomas. Recuerdo haber pensado cuando tenía cuatro años que yo hablaba de una manera con estas personas que ellos (mis padres y sus amigos) no pueden. Y lo que me nació fue el sentimiento de querer ayudar a que se comunicaran, a que sí pudieran hablar. Entonces, yo dije: “Quiero ser una persona que conecte a las personas”.
Nos hemos enterado de que sacarás un libro. ¿Quisieras contarnos un poquito más de esto?
Sí, el libro nace de una iniciativa de querer ayudar a las personas que están trabajando con japoneses, que quieren trabajar con japoneses o que quieren desarrollar alguno de los trabajos que yo realizo desde el idioma japonés. Yo estoy en una etapa de mi carrera en la que quiero transmitir y transferir los conocimientos y experiencias que tengo, compartirlos con las nuevas generaciones. Y este libro se enmarca dentro de eso. Me pareció importante dejar un registro de todo lo que yo he aprendido en estos años, no solo por la experiencia de todo lo que he desarrollado, sino que yo, para poder cumplir con cada uno de los trabajos, estudié mucho, porque no tuve a nadie que me enseñara. Está lejos de ser un manual completo para poder trabajar, porque eso involucraría muchos tomos o un libro demasiado grande. Lo que yo quise con este libro es que sea como un puntapié inicial para que las personas puedan ir definiendo sus pasos, para seguir creciendo. Yo, personalmente, creo en la mejora continua, que no hay que conformarse, que uno siempre puede ponerse metas y que tienen que ser siempre para adelante y siempre para arriba. Entonces, si este libro puede ser una ayuda en eso, la verdad es que me sentiría muy honrada y lo hago con todo el amor y todo el cariño del mundo, sinceramente, de querer compartir todo lo que sé para ayudar a las nuevas generaciones.
Es muy bonito el hecho de que quieras compartir este tipo de conocimientos y no guardártelo.
Muchas gracias. A veces las personas tienen miedo de compartir lo que saben porque creen que eso hace que pierdan su lugar en el mundo laboral por generar más competencia. Yo creo que voy a seguir trabajando de intérprete y los clientes que me conocen y me quieren por mí, me van a elegir a mí y finalmente todos tenemos cabida en este mercado. Creo que yo, personalmente, no tengo competencia. Y lo digo en el buen sentido, tengo colegas con los que yo me apoyo, colegas a los que apoyo, gente con la que uno hace alianza para poder trabajar desde un lugar más bonito que esa competencia de querer serrucharle el piso al otro. Yo siento que trabajo desde esa plataforma de paz, de armonía, de amor. Y por eso mismo también lo quiero compartir. Creo que si a raíz de esto hay más personas que tengan más capacidades para agarrar más trabajos de interpretación, mejor, porque yo siento que Latinoamérica en este momento está abriéndose mucho a Japón y que cada vez es más necesario que hayan personas capacitadas para poder realmente ser un puente entre ambos países y yo no puedo monopolizar todo eso.
¿Podrías hablarnos más sobre el término asistente de enlace?
Sí, yo hago una diferencia entre intérprete, traductor y el asistente de enlace. Hay muchas empresas que piden intérpretes y traductores de un nivel intermedio para poder asistir en una empresa, como a los directores japoneses, y que los ayuden con el idioma. Sin embargo, la interpretación y la traducción requieren un nivel más avanzado que intermedio. Para poder interpretar y traducir se tiene que tener el máximo nivel que se puede del idioma y que, además, es un aprendizaje continuo. Uno no termina de aprender. Entonces, yo digo que las personas que trabajan en una empresa para asistir a los japoneses que trabajan allí, quizás trabajando en tareas relacionadas a la empresa, ayudando a comunicarse y a entender distintos documentos en español, son enlace. Yo, por ejemplo, cuando trabajé en la embajada de Japón, en Uruguay o en Chile, o cuando trabajé para otras empresas privadas, mi rol era de asistente de enlace. Más allá de que yo fuera intérprete y traductora como profesión, el rol que yo cumplía en esos lugares es de asistente de enlace y se les piden otras cualidades, otras habilidades que tienen que tener, que son muy distintas a las que un intérprete y un traductor pueden ofrecer.
¿Hubo algún código o protocolo, ya sea oriental u occidental, que se te haya hecho difícil cumplir?
Sí, yo doy muchos consejos en mi libro, y mientras los iba escribiendo me reía porque me iba acordando de las veces que yo no podía cumplir con eso, porque, bueno, no soy perfecta [ríe]. Una de las cosas que a mí más me cuesta desde chica es no dar mi opinión. Y en el caso de Japón dar la opinión es muy delicado. Tenés que ver bien a quién, cuándo, si es el momento y si te corresponde hacerlo por tu rol. Si estás en posición de opinar. A mí me pasaba que siendo asistente de enlace, debía informar algo a mi superior cumpliendo con el protocolo de mencionar hechos concretos y sin dar opiniones personales. Pero a mí me costaba mucho esa parte. Yo le transmitía los hechos como corresponde por protocolo, pero le decía: “Si me permite…” y le decía mi opinión. Me cuesta mucho el tema de las opiniones. Sí, elijo con quién y el lugar, pero siempre termino opinando.
¿Alguna vez esto te ha resultado de manera negativa o quizás algo más positivo?
Sí, lo negativo es que esas opiniones a veces no caen bien, o lo malinterpretan y pueden generar malos entendidos. Y eso me pasaba desde niña. Desde primero de escuela hasta quinto, que estuve en Japón, todos los años las maestras escribían lo mismo en los boletines de calificaciones: “Chiemi dice demasiado lo que piensa y se mete en problemas”. Era de todos los años, distintos maestros hicieron lo mismo. Y yo siempre pensé que era porque en Japón no estaba bien visto dar tu opinión. Pero fue muy gracioso cuando llegué a Uruguay y en el primer boletín de notas la maestra escribió: “Chiemi dice demasiado lo que piensa y se mete en problemas”. Y yo dije: “Okey, no es un tema cultural, es un problema mío” [ríe]. Entonces, a veces decir mucho lo que uno piensa sin filtro puede generar malos entendidos. Pero sí ha tenido cosas positivas, en el momento apropiado, el compartir un poco los conocimientos que uno tiene puede ayudar a la profundización del entendimiento cultural, gracias a que yo estoy entre los dos países. Y eso fue muy bien recibido por mis clientes y me lo han apreciado y agradecido.
¿Qué le dirías a alguien que sueña con trabajar con japoneses o en Japón, pero siente miedo por la disciplina o el protocolo?
Que si uno se esfuerza por aprender la cultura laboral, la cultura social, lo cual es el propósito de mi libro, yo creo que se puede lograr, que no deberían tener miedo. Porque, finalmente, si somos humildes y tenemos una actitud de servicio, de querer ayudar al otro tratando de no molestar al prójimo, por más que nos equivoquemos, siempre vamos a caer bien en Japón, porque son los principios que marcan bastante la cultura japonesa: la humildad, la modestia y el querer ayudar al otro.
Yo, por ejemplo, cuando empecé a trabajar de guía turística, no estaba a la altura de lo que se pedía para un guía turístico. Me equivoqué muchísimo. Yo dejaba a los pasajeros donde sea que los tenía que despedir y volvía a mi casa llorando porque me sentía mal por no haber dado lo que debería haber dado, porque todavía me faltaba experiencia, me faltaba, quizás, conocimiento. Me iba llorando, frustrada por no haber cumplido con lo que yo hubiera querido lograr. Sin embargo, yo nunca tuve una crítica de los pasajeros, al contrario, ellos siempre hablaron bien de mí en todos los comentarios que hacían a las agencias de viajes japonesas, a tal punto que las agencias de viajes japonesas siempre pedían que fuera yo la que guiara. Y lo único que puedo destacar que justifique esa reacción de los pasajeros es que yo me esforzaba mucho por ser servicial y por ser amable, y siempre trataba de demostrar humildad y modestia al reconocer que todavía yo no estaba al nivel de decir en realidad soy una guía, sino más bien estoy intentando ser una guía turística. Creo que esa actitud, que es parte de la esencia de la cultura japonesa, caía bien. Entonces, yo creo que si alguien mantiene esas cualidades, por más que se equivoque, por más que no conozca todos los protocolos, va a dar una buena imagen, así que no tengan miedo.
¿Cómo lograbas manejar los nervios en tus primeros trabajos presenciales como estos?
Yo no sé si los manejaba, la verdad [ríe]. (...) Yo creo que lo sobrellevaba o sobrevivía a ellos, pero sí trataba de tener dos rutinas, siempre: Escuchaba una música que me diera ánimo en japonés, que dependiendo de la época iba cambiando. Por ejemplo, el año pasado mi canción de ánimo era la canción Serendipity de ZAQ. Cuando me tocó ser su intérprete, yo no sabía quién era ella, literalmente, porque yo no soy de escuchar tanto a la Anison, digamos. Conversando con ella me pareció una persona encantadora, y después cuando escuché su repertorio musical sentí que era una música que me daba mucha energía, así como positiva, como ánimo. Entonces, el año pasado me pasé escuchando esa canción de ella como para motivarme.
Y lo otro que también hacía mucho al principio, cuando iba a trabajar, era repetirme a mí misma: “Yo puedo con esto porque yo soy yo. Yo puedo con esto porque yo soy yo”. Entonces trataba de repetir eso como mantra [ríe], para darme a mí misma una autoconfianza que en ese momento necesitaba muchísimo, porque realmente los nervios me consumían. Y oraba, sin falta.
¿Cómo fueron tus experiencias interpretando para artistas? ¿Tienes alguna experiencia favorita?
Yo, principalmente, todas las interpretaciones que hago son del mundo de la política y la diplomacia. Entonces con los artistas he trabajado poco, pero sí he tenido oportunidad de trabajar con algunos. En Uruguay, interpreté para Versailles. En Chile, para un evento de AEX (Anime Expo), estuve interpretando para ZAQ, Ayumi Miyazaki, Haruna Luna y Nano Ripe. Y hace poco me tocó interpretar a Hyde.
La verdad es una experiencia muy diferente a interpretar a personas relacionadas con la política y la diplomacia. (...) Yo creo que disfruté todas las experiencias, pero la interpretación para Hyde fue muy especial para mí, porque es una persona con la que yo me crié viendo en la televisión. Cuando L’arc en Ciel se hizo popular en Japón, al mismo tiempo se popularizó Glay. A mí me gusta Glay, pero mi papá era fan de L’arc. Entonces en casa siempre escuchábamos a los dos. Haberlo visto, conocido…, conversé muy poco con él, pero el haberle interpretado sus palabras fue muy bonito. Además, es una persona sumamente agradable. Porque, más allá de que yo no soy su fan, el reconocimiento y el respeto que yo siento por él, como artista, como una persona que ha marcado hitos en el mundo de la historia del rock japonés, y sigue haciéndolo, eso es indiscutible. Y que una persona tan renombrada, tan importante, sea tan amorosa, tan respetuosa, tan sencilla, me sorprendió. Fue una experiencia muy agradable.
¿Qué consejo estrella le darías a alguien que desea trabajar como traductor, intérprete, docente o guía turístico, entre otros, en relación con el idioma japonés, que a ti te hubiera gustado saber antes?
Lo que a mí me hubiera gustado saber antes está todo escrito en el libro [ríe]. Traté de poner todas las cosas que a mí me hubiera gustado que me explicaran y que a mí me hubiera gustado saber. Que, justamente, este libro sea como la puerta de inicio para que las personas puedan seguir profundizando y ahondando en los conceptos que yo planteo. Pero lo que yo sí les puedo decir como consejo es que no dejen de estudiar, no dejen de capacitarse, no dejen de buscar la mejora. La mejora continua es muy importante para que uno no se estanque como profesional y además para que el servicio que das hoy sea la base para que el servicio que das mañana sea aún mejor. Siempre tratar de superarse a uno mismo. Que la competencia tiene que ser con uno, no tanto con los colegas, sino competir con uno mismo para mañana, ser la mejor versión posible. A veces se toma como punto final el terminar de estudiar un idioma. Y en realidad yo siempre digo que es el punto de partida, porque de ahí tú empiezas a enfrentarte al mundo de la traducción, y son muchos los campos donde uno se puede desarrollar.
Yo, en el año 2015, decidí entrar a traducir seminarios de ingeniería sísmica. A mí me fue siempre mal en el liceo en física, química y matemática. Imagínate que una persona que le fue mal toda la vida en esas materias se puso a traducir e interpretar ingeniería sísmica [ríe]. Entonces tuve que sumergirme en un estudio muy profundo de los vocabularios, de cómo se dicen las cosas en un idioma y en el otro, y fue un aprendizaje intenso, un estudio intenso que tuvo muy buenos frutos. Hace poquito tuve que interpretar un seminario de ingeniería sísmica y lo viví desde otro lugar, no como cuando empecé. Imagínate que yo, para el año 2015, ya llevaba 11 años de carrera y aún así tuve que sentarme a estudiar. Uno tiene que seguir estudiando y capacitándose.
¿Qué te gustaría que los lectores de Mundo Asia recuerden después de leer tu libro?
A mí me gustaría que se queden con la idea de que con esfuerzo, preparación y estudio se llega lejos. Que cualquiera puede ser un profesional como yo, siempre y cuando se tenga el sentimiento de querer aprender y de querer mejorar.
¿Cuándo sale tu libro y dónde podemos adquirirlo?
En enero de 2026 va a estar disponible para la compra. Voy a venderlo a través de la plataforma Buscalibre, para que le pueda llegar a personas de distintos países, ya que tiene entrega para todo el mundo. En enero podrán encontrar el libro por Buscalibre escribiendo en el buscador "Con matcha y con café”, ahí ya les va a aparecer.
¿Cómo te podemos encontrar en redes sociales?
Mi perfil de Instagram es @minoritraducciones, en ese perfil me pueden ubicar. Y en LinkedIn, también por mi nombre, me pueden ubicar.
Le deseamos a Chiemi Kunizawa mucho éxito en la publicación de su próximo libro y en sus próximos proyectos. Agradecemos profundamente su tiempo, calidez y generosidad con la que nos compartió sus experiencias.
Puedes reservar desde ahora tu ejemplar aquí: https://minoritraducciones.com/nuevo-libro/
Para más información y novedades, visita Mundo Asía, tu fuente de entretenimiento asiático en Latinoamérica.

0 Comentarios